25 ene 2014

VIDAS MÁGICAS.

¿Dónde va uno cuando duerme?. Hoy sabemos que durante la noche nuestro cuerpo y nuestra mente descansan, se recuperan sobre colchones y almohadas estudiados para el efecto de tan repetidos momentos, dentro de habitaciones y condiciones óptimas, apenas sin percibirlo, como algo rutinario en la vida.

Estamos conscientes durante el día. Al igual que éste, nos encontramos con luz (lúcidos), con capacidad de acción y comprensión. El cansancio de la actividad diurna produce la desconexión temporal de la consciencia y la quietud del cuerpo. A los ojos de los demás, alguien que duerme sin hacer ruido y sin moverse, impresiona, inquieta … no oye, no hace caso, no habla, se ha ido.

En un estado de vigilia en tensión y miedo por los peligros acechantes o imaginarios, la adrenalina hace acto de presencia para hacerlos frente y mantener la vida, no sin tener su efecto en el estado onírico, en el cual, el cerebro, en su reorganización nocturna, reproduce emociones experimentadas en combinación con experiencias vividas, no siendo agradables por reproducir miedos o generar expectativas negativas en círculo vicioso.

La noche siempre fue temida, especialmente por los niños, quienes deben encontrar seguridad en sus mayores, que, por otro lado, tampoco escapan de experiencias vividas durante el sueño en la oscuridad, y tratan de buscar explicaciones a los sueños.

Si hoy creemos saber que los sueños son producto de realidades vividas reinterpretadas por el subconsciente, desde tiempos remotos se los consideró fuente de vaticinio y anticipación de realidades por venir. De aquí que la facultad de la adivinación por interpretación de ensoñaciones, o adelantarse en el tiempo a los propios acontecimientos que el “Divino” tiene destinado para cada uno, haya sido siempre motivo de expectación y especulación.

Si los cielos son interpretables y, gracias a las nubes, puede conocerse el tiempo que vendrá, la actitud de los diferentes animales expresan igualmente signos de alarma, que sirven de aviso, siendo considerado por el Hombre como mensajes en clave dirigidos hacia él.

En estado de “muerte temporal” como se encuentra uno en la noche, las experiencias vividas en otra aparente vida (los sueños), serían igualmente interpretables como avisos sobrenaturales. Bien es cierto que en la intuición de algunas personas convergen muchos factores a los cuales son bastante receptivos y razonablemente los relacionan, consiguiendo muy acertadas lecturas de lo que pudiera acontecer en un futuro, según el campo en que apliquen esa lucidez.

Desde siempre los mandatarios y reyes se rodearon de sabios, sacerdotes y expertos en Oráculos, quienes intuían respuestas otorgadas por OR (ÉL- Dios) a través de elementos de la Naturaleza, para conocer el devenir de los tiempos y el proceder correcto.

La disposición aleatoria de multitud de objetos y elementos relacionados con el entorno social de una persona, serviría también como lectura de su porvenir dentro de ese colectivo. Piedrecillas marcadas, lascas o muy posteriormente estampas con dibujos genéricos y símbolos, en representación de diferentes vicisitudes, serían elaboradas para que, azarosamente lanzadas, pudieran dar señas interpretables del futuro venidero.

Por el valor otorgado a esos objetos utilizados para tales lecturas, y el carácter secreto de las confidencias, más o menos verosímiles, serían utilizados en el lugar más protegido, más interior, Más Dentro (TA-UR) de cuevas o castillos. Si la observación de los luceros celestiales hacía conocer la estación climática y predecir el tiempo que vendría (de tanta importancia para la supervivencia), el entretenimiento en estos habitáculos, previo conocimiento meteorológico del “mago”, llevaría a reyes a tomar decisiones importantes según saliera mejor o peor parado en esa suerte o lance de objetos, por aquél interpretado.

La costumbre de los soberanos a estas artes, convertidas ya en diversión, les llevaría a la puesta en juego de sus recursos, persuadidos por sus propios asesores, surgiendo progresivamente nuevos tipos de estampa, más de carácter estratégico (entre diferentes reinos) que de previsión climática, donde la inteligencia y la fortuna serían parte del aliciente de “futuro” como satisfacción de vanidades, en el tiempo inmediato.

Hasta nosotros ha llegado la palabra Azar con significado de Fortuna, Destino, Suerte. Sin embargo, el verdadero A-ZAR, es el conocimiento de la debilidad humana, la “picadura” de la codicia y la curiosidad, hacer creer que el buen destino (futuro), que está en juego, se encuentra del lado del jugador, que la vida le sonríe y así ha de seguir pensando que continuará. Los naipes llegados a la actualidad nunca estuvieron exentos de reyes (figuras que representan la máxima autoridad o puntuación), ni de ases (figura de máximo valor que formando parte de la plebe, es confidente y procura salvar a su rey). Según el tipo de juego y las bazas conseguidas existirá una puntuación o lectura de futuro: ganancia o pérdida.

Los juegos de naipes fueron recurso practicado como fuente de ingresos de nobles y cortesanos en tiempos de la Ilustración Europea, así como de avispados trepadores lacayos suyos, que hacían de la picaresca y la argucia, suculentas ganancias para su señor.

Sonadas serían las partidas de cartas con los caciques más influyentes de cada lugar, donde más de uno lo perdería todo, convirtiéndose en piltrafa o desecho moral, hasta el punto de quitarse la vida.

Por contrapartida, otros se relacionarían con cargos de estatus superior para la compra de favores u otras “partidas”.  Se puede comprobar la simetría de la jerarquía social piramidal con el mismo código de valores de los diversos juegos con naipes donde, tanto los “palos” como las figuras tienen fiel reflejo, siendo la figura del As o en su caso el Comodín el mismo tahúr, el mago.

Las cartas siempre favorecieron la magia, el truco, el engaño, ante la necesidad, el desasosiego, la ilusión o la codicia que caracteriza la debilidad del Hombre. El tahúr, conocedor de esas debilidades, se aprovecha con su pericia y perspicacia. Magos hacen trucos inverosímiles (cambio de manos), y hacen creer que tienen dones poderosos, entre los cuales, el de la adivinación, jugando con esa ilusión tan anhelada por la mayoría.

Aún cuando se sabe que todo es truco o engaño, el mago goza de gran prestigio y consideración, por su inteligencia, sus secretos y extraordinarias ganancias. De todos es conocida la indumentaria elegante que siempre los caracterizó, y desde un par de siglos atrás el impoluto frac, la capa, el sombrero chistera, el bastón y guante blanco, son señas de su identidad.

Si fuente de ingresos (a tenor del entretenimiento) son siempre los juegos
de cartas y la adivinación, igualmente rentable es el mágico mundo de la publicidad. Magos de nuevo estilo manejan la mente colectiva y la tendencia de comportamiento social, mediante la tecnología audiovisual, que ofrece un medio perfecto para el Marketing (técnicas de persuasión para la captación de dinero). Crear la ilusión de poder llevar una idílica vida, mágica, de reino, con rostro y cuerpo perfectos, casas, automóviles, viajes … es fuente de enormes movimientos económicos, desde la base de la pirámide social, la que produce la riqueza y ha de movilizar su ganancia.


Es en estos movimientos de recursos (transacciones) donde se produce la mágica forma de vida de los que parasitan, al tiempo que ejercen como paradigma vital de la sociedad (vidas de ensueño). Pero, igualmente, son sus Ases, sus Comodines, quienes medran en el juego, tientan la debilidad de las masas, reclutan, engañan. Con asombroso paralelismo conceptual, Magos, Tahúres, los número uno, los más avispados y perspicaces son captados para tales funciones, seguir dando continuidad al Juego.


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